La vida es una sucesión continua de decisiones que hace que el rumbo de ésta tome una dirección u otra. Todas las que anteriormente había tomado siempre solían ir ligada a mi pasión, al fútbol. El no ir a la celebración de mi graduación porque tras la ceremonia salía el vuelo para un torneo en Sitges en el que al final solo jugué unos minutos o estar haciendo la pretemporada hasta el día antes de mi boda con brecha de cinco grapas en mi cabeza, nunca fueron impedimento.
En el año 2017 tuve que elegir entre seguir siendo futbolista o ser mamá.
Futbolista, mujer, heterosexual, con la edad considerada como favorable para concebir, engendrar y parir a un hijo o una hija y viviendo en un país donde practicar el deporte al que me dedicaba no es considerado profesional. Para mí, era elegir entre el fútbol o formar una familia, al menos durante algo más de una temporada: nueve meses de embarazo, la lactancia y el tiempo necesario para volver a ponerme en forma para competir al máximo nivel.
Desconocía que fuera posible que un equipo te entrenara de manera individual al margen de tus compañeras durante la gestación, parar durante la recta final del embarazo y una vez naciera tu bebé, de manera progresiva y tras un tiempo prudencial (quizás la cuarentena), volver a trabajar de manera individual hasta poder incluirte de nuevo en el grupo. Paro aquí para dejar claro que no soy ni ginecóloga, ni matrona, ni preparadora física; sólo expongo mi inquietud como una mujer futbolista que quería ser madre.
Exactamente no sé la manera pero, sí sé que es posible. Lo he visto. He visto con cierta (quizás demasiada) envidia cómo jugadoras de otras ligas lo han hecho y continúan haciéndolo. ¿No es el mismo protocolo seguido con las jugadoras que sufren una lesión? ¿Es viable para una lesión de rodilla pero no para un embarazo?
No me planteé jamás volver cuando me iba. Nunca pregunté esa opción ni a mis entrenadoras ni al club. Jamás se barajó en las conversaciones con mis compañeras. Nadie lo planteó como una opción.
Tres años después de mi adiós a los terrenos de juego para ser mamá, en España seguimos esperando a finalizar la etapa de máximo rendimiento deportivo para tomar la decisión de ser madres. Aunque si eres futbolista y prestas tus servicios en un club de la primera división femenina, cuentas con un Convenio Colectivo que establece que ambas partes desplegarán sus mejores esfuerzos para adoptar medidas acordes para conciliar la vida familiar y profesional de la futbolista y que durante su última temporada de contrato tendrá el derecho a optar por la renovación o no de éste por una temporada adicional en iguales condiciones. Confiemos pues, en los mejores esfuerzos de esos clubes…
Pero, ¡ojo! Que si en vez de jugar en la Liga Iberdrola lo haces en la Reto Iberdrola, no hay nada que te ampare, así que quizás tengas que decidir tal y como lo hice yo.
Tener flexibilidad durante los primeros seis meses de vida de tu bebé con el fin de favorecer la lactancia materna en concentraciones o viajes y en las sesiones de entrenamiento sin que esto influya en el rendimiento de la futbolista no son medidas desmesuradas de difícil ejecución ni elevado presupuesto.
Sólo queremos poder conciliar nuestra jornada laboral con la maternidad, poder saltar con nuestros hijos e hijas al campo y que salgan en la foto del once inicial y poder celebrar con ellos nuestros triunfos y que sean nuestro consuelo en las derrotas. Tal y como lo hacen ellos.
Y que nunca más ninguna futbolista tenga que elegir.
María Suárez